La ‘Plaza de la Memoria’, un espacio para recordar las graves violaciones a los Derechos Humanos

La Plaza de la Memoria está ubicada en los exteriores de la Fiscalía General del Estado.

Quito, 17 de octubre del 2016.- Se edificó como el primer espacio físico en el Ecuador, para recordar a las personas que fueron víctimas de graves violaciones de los derechos humanos. Es la ‘Plaza de la Memoria’,  ubicada en los exteriores de la Fiscalía General del Estado (FGE).

La institución donó el 20 % de su predio, que antes era parqueadero, al municipio capitalino para la construcción de la Plaza que, al integrarse al mural ‘Grito de la Memoria’, constituirán un lugar de rememoración de aquellas personas que en el pasado fueron torturadas y asesinadas en manos de funcionarios del Estado y sus cuerpos hallados en barrancos o en lugares clandestinos. Este también será un lugar de encuentro de familiares de las víctimas.

La Fiscalía donó parte de su predio, que era utilizado como parqueadero, para la construcción de la Plaza de la Memoria.

Este lugar de encuentro y memoria será transitado a diario por unos 350.000 ciudadanos, pues se sitúa en el centro norte de Quito, en las Avenidas  12 de Octubre y Patria. Además esta rodeado de Universidades y confluyen cada día personas que viven tanto en la ciudad como en los valles cercanos a Quito.

Para Fidel Jaramillo, director de la Comisión de la Verdad y Derechos Humanos de la FGE, la obra constituye un espacio simbólico  porque nos permite construir el futuro conociendo el pasado  “para avanzar y que las violaciones a los derechos humanos no vuelvan a suceder”.

Cuando el Fiscal General del Estado, Galo Chiriboga Zambrano, en un emotivo evento realizado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el 10 de diciembre del 2014, entregó a la ciudadanía el mural “Grito de la Memoria”, resaltó que el objetivo era generar un compromiso, en la ciudadanía y en las autoridades, en defensa de los derechos humanos, para no olvidar a hombres y mujeres violentados en sus derechos fundamentales.

Las víctimas de violaciones de los derechos humanos no pueden olvidarse y los Estados deben preservar la memoria de esos crímenes. Los monumentos, los museos y los actos conmemorativos son medidas de reparación para evitar la repetición de los abusos.