Se ratifica sentencia de 22 años de prisión para procesado por la violación a su hijastra

BOLETÍN DE PRENSA FGE Nº 1241-DC-2023

Imagen de boletín: Se ratifica sentencia de 22 años de prisión para procesado por la violación a su hijastra

Quito (Pichincha), 21 de noviembre de 2023.- Los testigos de la defensa del procesado –integrantes del núcleo familiar que compartía con la víctima– calificaron a la adolescente de 14 años de “malcriada y mentirosa”.

Mas –al contrario– su actitud era desafiante y tenía un origen: su hermano la golpeaba, su padrastro la violaba y su madre la ignoraba al punto de la negligencia.

En la audiencia de apelación a la sentencia de primera instancia, que condenó a veintidós años de privación de libertad a Diógenes Rogelio J. A. como autor de violación, la defensa mencionó estos adjetivos calificativos hacia la víctima y resaltó también que la pericia médico-legal y el testimonio anticipado no indican violación.

Sin embargo, Fiscalía destruyó este alegato al mencionar todas las contradicciones en las que incurrieron los testigos, como la descripción de la casa donde vivían o los horarios laborales que tenía el padrastro.

También mencionó la validez de las pruebas periciales practicadas en el juicio, sobre la base de las cuales se obtuvo la sentencia condenatoria en la que se incluye el pago de 800 salarios básicos unificados, como multa, y la entrega de 5.000 dólares para la víctima, como reparación integral.

Un día de octubre de 2020, aquella adolescente de 14 años vio como el padrastro, Diógenes Rogelio J. A., violó en su hermana de 11 años. Entonces, tomó a su hermana y huyeron de la casa a solicitar ayuda en una fundación.

Lo primero que dijeron en ese lugar fue que sufrían maltrato físico en casa, por parte del hermano mayor –adolescente también– y de la madre. Por lo que, desde la Fundación alertaron del maltrato a menores a la Junta Cantonal de Derechos.

En el contexto del acogimiento a los niños, realizaron un trabajo de custodia familiar en el hogar de las adolescentes. Sin embargo, la madre y el hermano mayor no permitían que las niñas se quedaran a solas con la psicóloga, cuando hacía la visita de evaluación en la vivienda.

En una ocasión, la experta miró la actitud ensimismada, retraída y asustadiza de la hermana menor. En otra, junto con una compañera de la Fundación, las encontró solas en casa. Mientras su acompañante distraía a los hermanos mayores, ella habló con la pequeña, pero solo lloró.

No insistió y le preguntó a la adolescente de 14 años: “¿Qué le pasa a tu hermana?” A lo que ella contestó: “le pasa lo mismo a que mí”.

En ese momento le relató los episodios de violación que ella sufrió, bajo amenazas, fuerza e intimidación, en manos de su padrastro y que también vio al mismo sujeto agrediendo sexualmente a su hermana.

De la Fundación le informaron a la madre lo que su hija reveló. Sin embargo, la mujer dijo que va a creer y apoyar a su pareja, y no a sus hijos. Esto, después de preguntarle al agresor si violó a las niñas. La respuesta del hombre fue negativa y afirmó que era una revancha, porque no les “compró zapatos”.

Además, según la progenitora en su testimonio ante los jueces, nadie vio que a sus hijas las violaran. Pero los delitos contra la integridad y la indemnidad sexual se ejecutan sin testigos, según dicta la sentencia condenatoria.

Actualmente la adolescente, víctima en este caso, está a cargo de su tía y en terapias psicológicas. Sus dos hermanos menores se encuentran en custodia de la Fundación y también bajo tratamiento para recuperar su salud mental.

El hermano mayor –al que llevaron a testificar en el juicio a favor del agresor– vive con la madre y el padrastro está en la cárcel de Cotopaxi cumpliendo la sentencia condenatoria. Contra él se abrió una segunda investigación también por el delito de violación, cuya víctima sería la hermana de 11 años.

 

 

 

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