“Que la muerte de mi hija no haya sucedido en vano”

-Mami te amo mucho. Has que paguen los que me obligaron a hacer esto…- fue el pedido que dejó Gabriela Díaz para su madre Janeth Cañizares, escrito en una carta, antes de quitarse la vida en abril del 2014.

Este inesperado desenlace no estaba ni siquiera en sospecha. Gabriela, una riobambeña de 19 años, que fuera agredida sexualmente el 22 de julio del 2013, decidió denunciar e impulsar un proceso judicial en contra de sus victimarios. Pues ellos habrían cometido ataques de igual gravedad en contra de otras mujeres.    

Cuando Gabriela, cuenta su madre Janeth, le reveló el ultraje del que fue víctima, pidió: “Vamos a poner la denuncia porque a otras chicas también les han hecho lo mismo. Mañana no quiero que les pase lo mismo a mis amigas”.

Así lo relata Janeth Cañizares, entre sollozos de indignación, pero llenos de valentía para enfrentar la angustia y el drama que soporta su familia, por el suicidio de su hija, como consecuencia de la agresión sexual. “A Gaby le quitaron su vida y sus sueños”.

La voluntad de Gabriela, asegura Janeth, es la razón para atizar el proceso instaurado en contra de los ciudadanos Fausto S. e Iván R., llamados a juicio por violación el 8 de septiembre del 2014.

 Fausto S. e Iván R. fueron detenidos mediante la acción oportuna de la Fiscalía en un operativo realizado el pasado 30 de abril,  en las ciudades de Quito y Cuenca.

Las fotografías que estaban guardadas en sus celulares constituyeron uno de los elementos que  le dio fuerza al dictamen de la Fiscalía y que sustentó la resolución de la Corte para llamar a juicio a los procesados.

Esas imágenes eran de las víctimas y describen las agresiones a las que fueron sometidas.  Además, se expuso las versiones de personas que también habrían sido violentadas por los procesados.

                      

Janeth Cañizares cuenta el drama humano que afronta tras la muerte de Gaby.

 ¿Cuánto cambió su vida y la de su familia a partir de lo ocurrido a Gabriela?

Es un giro de 180 grados. Perder a una hija es como perder media vida. Esto cambió, no solamente mi manera de ser, sino también el entorno social y la vida de los hijos que me quedan. Nos quitaron el derecho a la vida, a vivir en paz y a tener sueños. A Gaby le arrancaron su vida y sus sueños.

 ¿Cómo ha actuado el sistema de justicia frente al caso de Gaby?

Hemos encontrado el apoyo que se quiere. Hay una Ley que tiene que cumplirse. Enseñarles a las personas de la sociedad que no se debe hacer cumplir la justicia con prebendas económicas, con llamadas de atención o con extorsiones. La justicia camina sola gracias a la intervención de autoridades. A raíz de las pruebas, los peritajes y las diligencias realizadas por Fiscalía en este caso, se encontraron las  evidencias para hacer justicia.

¿Qué busca la familia en este proceso judicial?

Que se haga justicia y que la muerte de mi hija no haya sucedido en vano. Buscamos justicia por las otras víctimas de los agresores de Gabriela con las que nos hemos encontrado a lo largo de este penoso camino.

¿Han recibido amenazas?

En varias ocasiones se ha tratado de tranzar económicamente en este caso. De llegar a acuerdos reparatorios. Hay muchas insinuaciones de familiares de los procesados. Somos personas, somos mujeres. No puedo creer que una madre trate de hacer un tipo de acuerdo reparatorio o económico en este caso. La vida de una persona, la vida de una mujer, la vida de una hija, no tiene precio.

¿Qué sueños tenía Gaby?

Teníamos sueños planificados. Ella estudiaba tercer semestre de Enfermería y quería salir del país a seguir con su carrera. Todo era proyecto a futuro.

Gabriela estudiaba Enfermería, su vocación era la asistencia…

Ella hacía prácticas en el asilo de ancianos, eso le encantaba. Decía, de buen genio: -mis abuelitos nos mandan hablando-.Cuando ella hizo las prácticas murió uno de los abuelitos. Se entristeció mucho porque tenía un especial afecto hacia él. Le dolía que gente de la tercera edad esté tan abandonada…

¿El caso afectó a usted en su salud?

Es muy doloroso estar todos los días en versiones y  peritajes sobre lo que sucedió. Es un desgaste físico y mental. Siempre he pesado unas 105 libras. Ahora estoy en 80. Es un proceso muy desgastante por el sufrimiento que se tiene.

¿Cómo crear una alerta de prevención para este tipo de casos?

En el ámbito educativo. Es cierto que se imparte educación sexual, pero no se imparte el respeto a la mujer. En educación sexual se puede aprender muchas cosas y tomarlas de otra manera. ¿Por qué no se inculca, de igual manera, el respeto a la mujer? Que se enseñe esto desde las aulas primarias, secundarias y universidades para erradicar la violencia de género.

¿Cómo debería inculcarse en los jóvenes ese respeto?

Dicen que las mujeres somos el sexo débil. Sin embargo, somos las más fuertes del hogar. Todos respiramos gracias a una mujer, nuestra madre es una mujer. Entonces, se debe aprender el respeto mutuo. Todos tenemos el derecho a vivir en paz, en una sociedad en la que podamos salir adelante y pensar en un futuro.