Trata de personas, ‘la esclavitud del siglo XXI’

 

Por primera vez, este 30 de julio se recuerda el Día Mundial contra la Trata de Personas. El objetivo de la declaratoria hecha el año ante Organización de las Naciones Unidas (ONU) el objetivo es incentivar a la acción para enfrentar ese delito y dar protección a las víctimas.
 
El engaño y la promesa de una vida mejor en unos casos. En otros, la violencia y el secuestro son los mecanismos más frecuentes que utilizan las redes de trata de personas para reclutar mujeres y explotarlas sexualmente.
 
Esta compra y venta de ‘personas’ es conocida como la ‘esclavitud del siglo XXI’, una condición que violenta todos los derechos humanos de la víctima: su libertad, su integridad,  su dignidad.
 
Las autopistas de la trata de personas son controladas por organizaciones criminales transnacionales, cuyas ofertas delictuales también se fusionan con la venta  de armas y de droga. En este contexto,  las mujeres, reducidas a ‘mercancías’, son compradas una y otra vez porque hay oferta y demanda.
 
Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT), ‘vender’ personas para la explotación sexual mueve en el mundo cerca de 99.000 millones de dólares al año y más de 4 millones de seres humanos son víctimas de este execrable delito.
 
Ecuador no escapa de esta realidad. Entre el 2012 y 2014, como resultado de los operativos dirigidos por la Fiscalía General del Estado, se rescató a 796 mujeres de las redes de trata. Además se consiguieron 17 sentencias condenatorias para 31 procesados por el delito de trata de personas.
 
El éxito de estos procesos responde a la aplicación de un plan estratégico estatal desde el trabajo interinstitucional para combatir este delito y también a su correcta tipificación para plantear los procesos judiciales, ya que suele confundirse este delito con los de la gama de los sexuales o con el tráfico de migrantes.
 
La Fiscalía General continuará con la persecución de estos crímenes y con el refuerzo de sus estructuras para lograrlo y así detectar a los responsables de esta afectación a los bienes jurídicos fundamentales que son la integridad, la libertad sexual y la vida.
 
La víctima de trata, un objeto para comprar y vender
 
Son compradas como ‘fichas’ y el costo depende del lujo o de la austeridad del lugar donde son ofrecidas a los ‘clientes’, de sus cuerpos, de la fisonomía de sus rostros, de la edad que tienen o del catálogo donde se las presenta.
 
Pero ellas no consintieron ni pidieron esta situación. Ellas son mujeres cosificadas, esclavizadas a tener sexo obligado y reducidas al nivel de mercancías, de objetos intercambiables por 6, 15, 20, 200, 800 dólares por acto sexual.
 
Sus esclavizadores las obligan a ‘atender’ a más de 20 clientes por noche  y, si la lubricación no es suficiente para que lo hagan, existen productos que logran que sus paredes vaginales desarrollen callos, ya para que no sientan, para que no les duela.
 
Y, si se niegan, son golpeadas, privadas de alimentación, amenazadas de muerte, violadas en grupo o por una sola persona.
 
Sus contextos sociales las hacen vulnerables. Son captadas en un país cualquiera y trasladadas a otro por las redes de delincuencia organizada transnacional. Ellas son las mujeres víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual.
 
Esta actividad, en el ámbito mundial, genera 99.000 millones de dólares  anuales. Es decir, las dos terceras partes de los 150.000 millones de dólares que registran las ganancias del trabajo forzoso, según el informe Ganancias y Pobreza: Aspectos Económicos del Trabajo Forzoso, publicado el 20 de mayo del 2014 por la  Organización Internacional del Trabajo (OIT). 
 
El estudio calcula que las ganancias de los explotadores por cada víctima ascienden a 21.800 dólares anuales y el total supera las 4,6 millones de personas.
 
Aunque las redes organizadas no solo ofertan mujeres para el sexo, también tienen dentro de su cartera de negocios ilícitos el tráfico de armas, de drogas y otros.
 
Sin embargo, ¿por qué vender personas es más lucrativo? Porque una persona explotada en situación de esclavitud genera ganancias económicas en un promedio de 5 años y la inversión en ella es casi nula.
 
En cambio, en los negocios ilícitos de drogas y armas son necesario altos capitales de inversión, por ejemplo, para  capital semilla o inicial, materia prima,  pago a la gente que interviene en el proceso, buscar los canales de distribución hasta vender el producto terminado y otros rubros. La ganancia se recibe una sola vez.
 

 

La enamoró y la vendió

Ella, una adolescente de 15 años, fue rescatada en uno de los operativos que dirigió la Fiscalía General del Estado del Ecuador. Cuando tenía 12 años se enamoró de un hombre mayor que le prometió una vida cómoda, un hogar, un futuro, pero ella no sabía que era un proxeneta ni tampoco lo que le esperaba. Arrancada de un entorno familiar de pobreza  y con unos padres que trabajaban fuera del país, la niña  fue explotada sexualmente por la persona que la enamoró.
 
Una vez dentro de la red, si se negaba a cumplir con los ‘clientes’, era sometida a violación colectiva, no recibía alimentos o medicinas y debía pagar una multa tras otra hasta que acumuló una deuda infinita.
 
En este caso, el modo de operar de su captor fue el enamoramiento.  En otros casos es por violencia o amenaza.
 
Según datos de la FGE, en 2013, el 48% de las víctimas fue captado de forma violenta, es decir, secuestrado en la calle o a la salida de lugares de estudio o trabajo. Mientras el 35% fue bajo engaño de oferta de un trabajo estable y bien remunerado, por enamoramiento o por promesa de una beca de estudios.
 
El otro  6% de las víctimas fue sometido bajo amenazas, como  contra   la vida  de  familiares  cercanos, mientras  el 11% fue captado bajo otras formas de coerción.
 
Frente a esta realidad, las acciones y las políticas adoptadas por la FGE para combatir este delito dieron como resultado 17 sentencias condenatorias registradas entre enero del 2012 y marzo del 2014.

 

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Editorial: La ‘esclavitud del siglo XXI’